EL HOMBRE QUE VIVIÓ DOS VECES

En 1930, tres años después de su debut con Alianza Lima, Alejandro Villanueva fue declarado no apto para la práctica del fútbol por padecer tuberculosis. No obstante, en lugar de marchar, 'Manguera' se abrazó a sus dos grandes pasiones y brindó la mejor década de su carrera con, entre otros grandes episodios, la notable gira del 'Rodillo Negro' a Chile, la brillantez de su juego en los Olímpicos de Berlín y el -hasta hoy- inigualable tetracampeonato aliancista en 1934.

Escribe Bruno Ortiz Jaime

Decían hasta los que no eran sus amigos que fue un ser sobrenatural, de esos que aparecen cada siglo y son incluso capaces de maravillarse a sí mismos. Con su metro 98, Alejandro Villanueva Martínez era una escalera al cielo y su sabiduría con el balón así lo demostraba. Ni con más de treinta años a cuestas y con el fútbol a chispazos dejó de ser el 'Maestro' y todavía arrancaba aplausos de quienes lo habían visto volar en sus años mejores.

Villanueva bebió el elixir de la fama tras una infancia dura en el Rímac y así formó una personalidad controversial pero franca. Podía hacerte su amigo si congeniabas con su humor, con su despreocupación por la vida, si lo conquistabas. Y para eso solo era necesario que tuvieras el mismo color de su alma. "Era muy amigo de todos, pero a su manera y estilo", manifiesta Roberto Nieves, añejo periodista del diario La Crónica, en una de sus notas reproducidas por el libro ¡Arriba Alianza! de Teodoro Salazar.
Alejandro en una formación aliancista de 1930. En ese año la medicina lo exhortó a dejar el fútbol, pero él no quiso abandonar su carrera (Libro ¡Arriba Alianza!, Teodoro Salazar Canaval)
No le importaba si la prensa quería saber su opinión acerca de su éxito en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936. ¿Para qué querría construir una imagen bajo el molde de la integridad si en cada tribuna, en cada esquina la gente lo amaba y le permitía todo? Si en su obligado oficio como chofer debía manejar un vehículo, hoy podría hacerlo con el mundo si quisiese.

A 'Manguera' se le atribuye por propio testimonio de Juan Valdivieso la primera ejecución de la chalaca en el Perú. En 1924, en un encuentro entre la selección de Lima (integrada en su mayoría por futbolistas de Alianza) y la de Ica, Villanueva marcó el que años después consideró el mejor gol de su carrera. "Estaba de espaldas a la valla. De pronto vi el pase a 'media agua' y la jalé para atrás. Me aplaudieron mucho", comentó en una entrevista con la revista Variedades publicada el 22 de octubre de 1930.

Al partir el 11 de abril de 1944, Alejandro Villanueva confirmó que había sido capaz de desafiar a la propia muerte. Catorce años antes, en 1930, un certificado médico lo había declarado no apto para la práctica del fútbol por padecer tuberculosis, una enfermedad que para la época era una irrenunciable invitación al más allá. Pero la estrella del Alianza, quien tres años antes había llegado al club desde el Teniente Ruiz de la segunda división, respondió a la inquietud general con su frase más emblemática: "Jamás dejaré el Alianza. Quiero mucho a mi club para poder dejarlo".
La elegancia de Villanueva para la foto. Aquí junto al atacante 'Campolo' Alcalde y el portero Marcos Huby (Libro ¡Arriba Alianza!, Teodoro Salazar Canaval)
En otras líneas de la referida entrevista con Varidades, Villanueva afirmó que se sentía bien y podría jugar al fútbol muchos años más. "No estoy enfermo. Me encuentro dueño de mis mejores facultades. Me ha visto usted el domingo pasado (en el partido). Pues estoy muy sano...", dijo con gran firmeza.

Parecía que aquel funesto anuncio lo había revitalizado, pues aquel inicio de la década de 1930 fue la etapa futbolística más prolifíca del rimense. Tras superar Alianza Lima la sanción impuesta por la FPF, volvería ser campeón en 1931 con su mejor hombre inmune a la enfermedad y las resacas de jarana. 

Dos años después, en 1933, ya a puertas de conseguir el tricampeonato con Los Íntimos, Villanueva es llamado junto a Juan Valdivieso para integrar el Combinado del Pacífico, un equipo auspiciado por el empresario chileno Waldo Sanhueza y el peruano Jack Gubbins que recorrería Europa con la promesa de obtener grandes dividendos. Irlanda, Escocia, Inglaterra, Holanda, Austria, Checoslovaquia, Alemania, Francia, Italia y España, con escalas en Centro América y las Islas Canarias, fueron las paradas que vieron la magia de un gigante moreno, enfermo de tuberculosis, capaz de despertar en esos lares la curiosidad por aquellos hombres del "Nuevo Mundo".
Junto al Combinado del Pacífico en plena gira europea. 'Manguera' (asomado por detrás de sus compañeros) sorprendió al público europeo (Libro ¡Arriba Alianza!, Teodoro Salazar Canaval)
Luego de superar a Universitario por cuarta vez consecutiva en 1934 y alcanzar el 'Tetra', Alianza y su 'Rodillo Negro' se embarcaron al año siguiente en una nueva gira por Chile, donde Villanueva empezó a sufrir las primeras consecuencias de su enfermedad. Sin embargo eso no fue impedimento para que volviera a destacarse, marcando tres goles e incluso fungiendo de defensa en un accidentado partido ante Unión Española.

Luego de sus últimas grandes exhibiciones internacionales con la selección peruana en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 y la Copa América 1937, Villanueva debió vivir la prueba más difícil de su vida en el fútbol, cuando con 30 años, el físico fundido por lo avanzado de la tuberculosis y la factura por la vida bohemia de La Victoria, sufrió el descenso a la segunda división de Alianza Lima. En un catastrófico partido ante su clásico rival distrital, Mariscal Sucre, se consumó la caída de 'Manguera' y los otros Íntimos. Ni siquiera sirvió que volviera a pasar a la defensa como en la gira a Chile. Alianza perdió 2-0 y había descendido por primera en su historia entre insultos, objetos lanzados y lágrimas, muchas lágrimas, de Villanueva.
Villanueva en el amistoso de 1937 entre Alianza y el San Cristóbal de Brasil, primer club de ese país que enfrentó a los blanquiazules. El árbitro fue Juan Bulnes, exjugador aliancista en 1928 (Libro ¡Arriba Alianza!, Teodoro Salazar Canaval)
"¡Juan, de aquí no se va nadie, carajo! La gente que hoy nos insulta mañana nos recibirá con aplausos. Porque al Alianza Lima lo vamos a regresar a Primera", le gritó un impotente Villanueva a Valdivieso en el camerino blanquiazul. El inmenso moreno que ayer, altivo, lució lo mejor de su fútbol con lisura, hoy lloraba como un niño. La promesa de que el Potao sería solo un limbo la cumpliría un año después, venciendo 2-1 a San Carlos y concretando la ansiada vuelta para el torneo de 1940.

El pequeño Alejandro que a inicios de siglo escapaba de la falda de mamá Melchora y los confines de su callejón en Malambo, había aprendido de los golpes de la vida caminando, como todos, aunque él con un balón por delante. Su semblante despreocupado siempre había guardado un sentido de reflexión que justificaba su sabiduría con la pelota. Con 35 años, en la sala Santa Rosa del hospital Dos de Mayo, 'Manguera' decidió jugar el segundo tiempo de su vida como visitante.

Comentarios

  1. Que honor saber de la calidad de jugador y persona de Don Alejandro Villanueva!!!

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