EN EL NOMBRE DEL PADRE

Muchos celebramos sus grandes jornadas con Alianza Lima; ellos los acompañaron en las peores. Los hijos de Leao Butrón y Marquinho y la esposa de Roberto Ovelar nos llevan a conocer el lado B y el debut más importante de un futbolista: convertirse en padre. La intimidad de tres papás íntimos.

Escriben William Gil Agurto y Freeze Marín García
(@Gil Agurto@Freeze229807)


Dijo alguna vez el polímata italiano León Battista Alberti que el mejor regalo que un padre puede darle a sus hijos es un poco de su tiempo cada día. En la presurosa vida de un futbolista, aquello es oro, instantes eternos para quienes crecieron viéndolos desde el borde de la cancha. Estas son tres de esas historias, pero con tinta blanquiazul.


EL REY LEAO

Daniela Butrón es hija de Leao, el incombustible portero de Alianza Lima, y tiene casi la misma edad que su padre en el fútbol: 23 años. La pasión vivida desde sus primeros pasos la convirtió en una comunicadora de confeso corazón aliancista y una asidua a los estadios hasta antes de viajar por estudios a España, desde donde conversó con nosotros.

¿Cómo es la infancia de una hija de futbolista?

Cuando nací, en 1996, mi papá jugaba en Cristal, así que siempre he ido al estadio, siempre me llevaba desde muy chiquita. Tengo algunos 'flashbacks' de esos momentos. Siempre me gustó el fútbol. La típica, ¿no? Que llevan al hijito con la pelota. Yo creo que fui el hijo hombre que nunca tuvo. Ya por el 2003, en Alianza, es que empiezo ir al estadio siendo más consciente.

¿Fue así que te hiciste hincha de Alianza?

Me acuerdo de mi tío Carlos Zegarra, que es su mejor amigo, y él es de Cristal. Entonces me decía: "Tú eres de Cristal, tú vas a ser de Cristal". Y yo de chiquita decía: "Sí, sí". Me ponía la camiseta y todo. En cambio, de chiquita, mi papá nunca me dijo nada de eso, no es que me decía: "Daniela, tienes que ser de Alianza". Nunca. Yo creo que como él se hizo hincha de Alianza teniendo a su papá y a sus hermanos de la ‘U’, pues pensó que me iba a dar cuenta sola. Creo que lo hizo así porque a él también lo querían convencer para que sea de la ‘U’.

¿Cómo es el Leao hincha de Alianza, fuera de la cancha?

Antes de que regrese, cuando jugaba Alianza, por ejemplo, mi papá era otro enfermo por el equipo. Creo que nosotros dos somos los más enfermos de la familia.

Cuando mi papá jugaba en Melgar, casi siempre veíamos los partidos de Alianza como hinchas. O sea dejando de lado que mi papá jugaba en otros equipos. Siempre esperaba los resultados que le convenían al equipo en el que estaba, pero tengo muchos videos guardados de cuando Alianza jugaba y él gritaba los goles mismo hincha. Después me decía: "No puedes subir eso, porque si lo subes, ¡lo que me van a decir!" (risas).

¿Cómo asumió la idea del retiro, siendo alguien que vive el fútbol con tanta pasión?

Después de ganar el campeonato 2017 con Alianza, que es el que más hemos gozado como familia y en el que más feliz lo he visto, comenzó a pensar que ya era su retiro. Desde ese año pensó en retirarse. Veía que le ha ido bien, sentía que el cuerpo le daba para más, pero tenía la idea de dejar el fútbol en una de sus mejores etapas para que lo recuerden así. Tenía mucho miedo de seguir y que, con el paso de años, puede pasar que baje su nivel. Pero le ha ido tan bien en estos últimos años, que dijo "un año más", "un año más". 

¿De qué manera crees que consiguió sobrellevar ese temor?

La gente no sabrá, pero mi papá antes de los partidos es muy ansioso y necesita mucho el apoyo de nosotras. Después de los partidos, cuando pierde o pasa algo, sucede que está molesto y todo. Pero es más por la parte sentimental, se siente mal, se siente mal con los hinchas cuando no responde, que son pocas veces. Eso es algo que la gente no ve mucho, pero en cierta manera es un alivio que siempre estamos ahí nosotras.

¿Lo notas con una presión adicional por ser un referente actual de Alianza Lima?

Mi papá también siente la presión. Él es amigo de los del Comando Sur y habla directamente con ellos. Muchas veces han venido a comer a casa, tienen una buena relación, confianza para decirle tal o cual cosa, lo que sea. Lo que me comenta muchas veces que siente que tiene que responderles en la cancha porque ellos se portan muy bien con él, siempre lo respaldan, y siente que es la única manera de retribuirles todo el apoyo que le dan.

¿Cuántas cosas cambiaron para él luego de ese 2017 en el que tuvo un año brillante?

¡Ufff! En ese año, la verdad, mi papá fue unos de los mejores en todo sentido. Me sorprendió mucho el nivel de apoyo de la gente, porque veía mensajes a diario, no necesariamente cuando había partido o tenía una buena actuación, sino de un respaldo constante. Yo también lo he gozado mucho, porque me piden que haga videos con mi papá, que hagamos en vivo juntos. Todo el cariño que ha sentido ha permitido, incluso, que él siga tapando.

¿Han llegado a recibir también mensajes no tan felices?

Si vieras la cantidad de mensajes que puedo recibir de hinchas de la 'U', que incluso me escriben muy bien, me dicen: "Soy hincha de la 'U', pero admiro a tu papá", pero hay muchísimo más de los otros. Incluso nos han amenazado, la familia y mi papá han tenido que salir con gente atrás. Hubo una época así. Por más que no lo digamos, a nosotros nos daba un poco de miedo. Ahí, como en todas las barras, hay delincuentes.

¿Cuán decepcionado lo viste de no ir al Mundial 2018?

No comento mucho de eso porque no quiero que se malinterprete, como que diga que los demás arqueros no debieron estar, pero si me preguntas por mi papá, creo que hizo todos los méritos para ir, lo mereció. Incluso él quería ir a ver el Mundial, porque obviamente es el sueño de todo futbolista, y más porque ya se va a retirar. Yo creo que estuvo ilusionado con que iba a ir, pero al final mi mamá y yo lo animamos mucho. Él sentía que debía estar, estaba en su pensamiento y, al final, no fue.

Daniela (derecha), junto a su madre Johana (centro) y su hermana Antonella (izquierda). Tras ellas, como defendiendo su portería, su padre y amigo, Leao Butrón (foto: cortesía Daniela Butrón)

¿Recuerdas otro momento en que tuvieron que animarlo?

Mi papá es muy… Cuando pierde una final, como en 2018, es doloroso, siempre es el mismo comportamiento. Sabemos que con nosotras bien, pero llega a la casa y está en su mundo. O sea, nosotras ya sabemos manejarlo, porque ya sabemos en tantos años cómo es esto. Pero en esa final no quería comer, estaba súper decaído. Recuerdo que no quería comer nada, me decía: "No, hijita, no quiero nada". Generalmente, cuando pierde los partidos tienes que escucharlo. Cuando es en Lima, nos vamos a comer los cuatro y se va acordando de una jugada, que esto, que el otro... 

Imagino que 2019 fue también un año complicado, sobre todo porque jugó poco

Mi papá es amigo de Pedro (Gallese). Cuando llaman a Pedro de Alianza, estábamos en Europa de vacaciones. Me acuerdo de que estábamos en Suiza, llaman y era Pedro. Y le dice a mi papá: "Mira, me han ofrecido esto, quiero saber tu opinión". Muy bien el gesto de Pedro, porque lo hizo sabiendo, porque son amigos. Entonces mi papá, obviamente, le dijo que no había ningún problema. Pero, mi papá, no sé si lo habrá contado antes, se puso estaba muy... Porque él sabía que, si estaban buscando a Pedro, era para sentarlo. Todo ese día mi papá estaba decaído, no lo demostraba mucho, porque él sabe que, al menos a mí, me transmite. Con mi hermana (Antonella, 16) no, por ejemplo. Estaba triste, sabía que no iban a llamar a Pedro para tenerlo de suplente, pero no pensé que lo iban a sentar como lo sentaron. Creo que eso le quitó bastante confianza. Porque si tienes un mal rendimiento y te sientan, pues te aguantas, pero había tenido uno de los mejores años de su carrera y, pues, lo sientan así, sin dar explicación. Yo no sé quien decidió eso, yo supongo que Pablo (Bengoechea).

¿La sorpresa fue que se mantuviera en el banco incluso con el regreso de Bengoechea?

No quiero opinar mal, pero yo creo que a Pablo nunca le gustó mi papá. No te voy a decir, pero hay muchas cosas que la gente no sabe y, obviamente que por ser hija de Leao, tengo que quedarme callada. Hay cosas que sé, por las cuales sé que simplemente no le gustaba y se respeta. Hay miles de entrenadores que pueden tener a quien sea y no les gusta. Quien para mí es un súper jugador, al entrenador puede no gustarle. No está mal, pero igual creo que las cosas pudieron manejarse de otra manera, justamente por lo que mi papá estaba haciendo en Alianza. Porque, como te digo, si hubiera tenido un mal rendimiento, pues bien, es cosa del entrenador.

Aun cuando Butrón le salvó muchos partidos a Bengoechea...

Lo que te decía, básicamente, es que creo que, simplemente, se pudo manejar de otra manera. No creo que Bengoechea, por tal o cual no puso a mi papá, jamás te voy a decir eso. Para gustos y colores... Pero siento que lo minimizó mucho, que le quitó mucho la confianza. Y, pues, te lo digo así; mi papá no lo va a decir, pero esa es mi opinión. Creo que lo debió hacer de otra manera y con eso no estuve de acuerdo. No estuve cómoda, mi familia no estuvo cómoda. Yo creo que para algunos fue evidente, porque en ese año que pasó eso con mi papá yo me alejé muchísimo del equipo.

¿Qué cosas cambiaron?

Yo no quería ir al estadio, era un rechazo que se me dio solita. Mucha gente me juzga por eso. Ahora conversando con un amigo, me dijo la gente de Alianza se ha dado cuenta, pero en verdad no me importa. Yo soy enferma de Alianza, tengo tatuada la insignia y todo, pero a mi papá esto le afectó mucho, aunque la gente no lo viera. Lo hacían sentir, muchas personas, que obviamente no voy a entrar en lo que le hacían sentir, pero él sabía que no había hecho nada malo ni estaba haciendo las cosas mal como para que lo minimicen. Entonces nosotras, apoyándolo, le decíamos que siga adelante, que todo cae por su propio peso. Todo va a caer como tenga que caer, pero no deseando el mal, sino que siempre cada uno siempre recibe lo que da. Mi papá siguió trabajando callado. La verdad es que mi familia y yo estuvimos muy disconformes. Yo nunca lo he querido decir ni hacerlo público, nada, aunque en algún 'en vivo' lo habré dicho porque me lo han preguntado, pero nada contra Pablo. Sé que no le gustaba mi papá, pero sé que lo ha podido manejar mejor.

¿Cómo se sienten ahora?

Yo me siento orgullosa. Creo que con todo ese apoyo que la gente le da, cuando ya se retire el próximo año, se va a quedar satisfecho con lo que ha hecho. Es lo que más le importa. No quedar como 'lo máximo', qué se yo, pero sí que reconozcan lo que ha hecho.

ROBERTO Y SUS MEJORES GOLES

El paraguayo Roberto Ovelar llegó al Perú en 2008, como refuerzo de San Martín para la Copa Libertadores de ese año, sin imaginar que ese sería solo el primer contacto con un país al que lo une el afecto. Apenas un año después se puso la blanquiazul y registró goles suficientes como para que el hincha lo extrañe en cada mercado de pases. Al país llegó con Gladys Ortega, su compañera de vida y esposa hace más de una década. Ella nos cuenta los momentos del 'Búfalo' lejos de inflar redes.

Su matrimonio tuvo un curioso 'cómplice'...

Sí (risas). Nos casamos cuando Roberto jugaba en San Martín, en el 2008. Nos casamos por civil en Paraguay y técnico, el 'Chino' Rivera, fue su cómplice en ese momento. Le dio dos días y le dijo: "Anda cásate y vienes". Nuestro matrimonio fue un martes, por decirte, y el miércoles ya estábamos viajando a Lima.

¿Cómo ha llevado la familia los constantes cambios de ciudad por su trabajo?

Siempre que algún club está interesado en él, ya nos ponemos a investigar por las redes, por internet, para ver cómo la está la ciudad, qué se dice del equipo, para analizar. Como ya tenemos a las niñas, hay que caminar, el colegio, uno ya se anticipa. Ya luego él va primero, encuentra el lugar donde vamos a vivir, y ahí viajamos.

¿Y les costó mucho analizar cuando lo llamaron de Alianza?

Pues yo ya conocía a Alianza desde cuando él jugaba en San Martín, ya sabía de qué equipo se trataba, de un grande, una muy buena oportunidad para él. No fue nada complicado decir, en la tarde ya sabíamos que nos íbamos a Perú.

¿Cuáles son los recuerdos de Alianza que tienes junto a tu familia?

Que todas las veces que el equipo jugó de local, iba al estadio, hasta un día me fui al Monumental para un clásico. Y, por supuesto, de los dulces en el estadio de Alianza, la torta de chocolate, es el único estadio del mundo donde se come de todo (risas).

Cuéntame de su vida como padres

Tenemos tres hijos: Angie, la mayor; Jonathan, que falleció cuando llevé el embarazo en Lima; y Valentina, que tiene siete años.

Ovelar tiene una hinchada de privilegio en cualquier club al que vaya. Lo acompañan su esposa Gladys y sus pequeñas Angie y Valentina (foto: cortesía Gladys Ortega)

Jonathan es hasta hoy su ángel

La pérdida, al principio, nos costó muchísimo. Algunas veces uno dice: pues sí, ya lo acepté, y hay otros donde uno amanece y se pregunta muchas cosas. Pero nos ayudó mucho a madurar como pareja, a madurar como familia. Creo que la situación nos unió bastante, vivimos muchas cosas porque él estaba en un hospital público. Allí vivimos cosas que uno no se imagina, cosas que uno no sabe que pasan, vivimos muchas necesidades, como que explota la burbuja de uno. Eso nos ayudó a experimentar bastante y mirar más allá de nuestras narices. Fue muy importante para nosotros como familia el apoyo que nos dieron en Lima, tanto el equipo, los periódicos y los hinchas.

Ahora Roberto le dedica los goles a su familia como lo hacía contigo

Sí, en los goles siempre nos tiene presente, porque nosotras somos las que le advertimos cuando va a anotar. Siempre somos la que les transmitimos la buena energía, la buena vibra y que se sienta convencido de que va a hacer goles, que va a jugar un buen partido. Entonces ya sabemos que cuando meta el gol y mire para la tribuna es para nosotras.

¿Cómo viven tus hijas los partidos de su papá?

Lo que hoy no puedo hacer es verlo cuando cobra un penal. Yo no miro, pero mis hijas sí lo miran. ¡Ay, no! Ellas son las que me gritan si es gol o no. Ahí sí recién levanto la cabeza, porque yo sí me tapo los ojos, agacho la cabeza con tal de no mirar.

¿Y son de cantar, gritar, como lo hacías tú en Matute?

Sí, claro. Sí hasta hoy en día con Roberto nos sabemos los cánticos de Alianza. Nos acordamos de eso y es una sensación inexplicable, la verdad.

¿Tuvieron la oportunidad de venir los cuatro a Lima?

Ese es el tema de cada año. Él me dice: "¿Y si volvemos a Perú? ¿Y si volvemos a Alianza?". Siempre sería bueno regresar, ya conocemos, estamos ambientados, el país es un hogar más para nosotros. Pero el tema es que si no te llaman, no puedes decir: "Hola, vengo aquí, quiero jugar", pero las ganas siempre están. Sería genial.

¿Cómo definirías a Roberto padre, fuera de su faceta como goleador?

El mejor papá que pueden tener mis hijas. Es, sobre todo, un gran consejero para ellas, el que las acompaña y acompañará en sus equivocaciones y aciertos, y les demuestra que de ambos lados existen las consecuencias, para bien o para mal.

EL NIÑO DEL FESTEJO

Lucas Dos Santos tiene 25 años, los mismos que cumplió aquel clásico en el que Alianza Lima venció 6-3 a Universitario en Matute y su padre, Marquinho, inmortalizó la celebración -al más puro estilo de su compatriota Bebeto- en la que parece mecer a un bebé. El niño del festejo era él. Hoy, tras un paso también por las canchas, el heredero del brasileño con pegada magistral sigue siendo su motivación, ahora en su nueva faceta de 'youtuber' con el canal De Tiro Libre, donde entrevista a figuras nacionales e internacionales con el mismo suceso que en sus tiempos como íntimo.

¿Cuál es el primer recuerdo que tienes de tu padre? 

El primer recuerdo es de él como futbolista, porque yo siempre estaba acostumbrado a verlo entrenar, lo acompañaba en todos los entrenamientos. Entonces mi vida desde muy pequeño fue el estadio, estar en una cancha de fútbol. Ese es el primer recuerdo que tengo, además de cuando él llegaba del entrenamiento y le hacía jugar fútbol conmigo en la casa.

¿Cuando te llevó por primera vez al estadio? 

Mi primer recuerdo con mi papá o el que más me ha marcado fue justamente un partido contra Alianza, cuando él era capitán del Boys, el día de la bombarda al 'Machi' Pinillos. Cuando él jugaba en Alianza yo tenía apenas dos años, así que no recuerdo mucho. Claro que tengo fotos y todo, pero más recuerdo su paso en el Boys y que en ese partido los rosados y los azules lo llamaban, le decían maestro o ídolo. Yo era muy pequeño y no entendía porque ambas hinchadas lo querían tanto.

¿Fue la primera vez que sentiste orgullo por él? 

Por supuesto, es algo bonito. Mi papá ha dejado su huella en el fútbol peruano, entonces es para mí un motivo de orgullo que la gente quiera tanto a mi papá. Independientemente del club, todos lo quieren y para mí es un orgullo bien bonito. Ir al estadio y ver que la hinchada lo nombre y todo es algo que me ha marcado.

Se dice que el futbolista tiene poco tiempo para su familia ¿Como es ser hijo de uno? 

Por suerte, en todos los países donde mi papá ha jugado: México, Austria o Estados Unidos, mi mamá y yo siempre estuvimos. Y siempre en los momentos que mi papá estaba en casa jugábamos o veíamos fútbol. Nosotros éramos 100% fútbol todos los días. Cuando él no estaba, nos tocaba a mi mamá y a mí verlo por televisión. Es algo que marcó mucho mi infancia.

Lucas, en su etapa como futbolista del Sport Victoria, junto a Marquinho, su padre, con quien comparte una pasión por el fútbol que se mudó a Youtube (foto: cortesía Lucas Dos Santos)

¿Qué te ha contado tu papá de su paso por Alianza? 

Siempre supe que el año 1997 fue muy significativo. No solo para él, sino para todos los hinchas aliancistas, con un título después de tantos años, sobre todo por escuchar a la gente decir que mi papá fue una pieza clave. Eso es algo que significa bastante para mí, porque cuando veo sus redes o fotos cosas y la gente le dice: "Maestro, gracias por el titulo del 97", es algo bonito.

¿Cuál es el gol de tu padre que más recuerdas?

En Alianza me acuerdo un gol del año 2000, que creo que fue su último gol, de tiro libre (a UPAO en Matute). También recuerdo uno de tiro libre en Boys, que mi papá enseña mi rostro en una camiseta. Cuando hizo el gol celebró así y nos sorprendió a mi mamá y a mí.

Y el del 6-3, cuando te dedica su festejo, lo habrás visto muchas veces...

Claro que sí, es una celebración que tenemos ahí la foto en casa y todo. Incluso la hace antes en la Libertadores (contra Jorge Wilstermann) y yo todavía no había nacido. Contra la 'U', yo tenía 12 días porque fue el día 20. Es muy bonito porque es un gol en el que yo recién había llegado a la Tierra, a este planeta, y que me dedique un gol así, en un clásico, es muy emocionante todavía.
¿Le pediste a tu papá que te enseñe a pegarle al balón como él? 

Por supuesto, es una de mis virtudes. Tengo buena pegada al balón porque en Brasil nosotros teníamos una cancha en mi casa y mi papá siempre entrenaba conmigo. Yo siempre le pregunté cómo le pegaba a la pelota, qué era lo que él miraba. mE enseñó el posicionamiento del cuerpo, el pie de apoyo y la manera de pegarle a la pelota. Y bueno, entrenar con mi papá era distinto, porque yo le pedía que me enseñara y de cinco remates hacía cinco. Era un poquito complicado competir con él (risas).

¿Qué le dirás hoy por el Día del Padre?

Que lo quiero mucho y que le agradezco, porque más allá de ser un buen profesional, es un gran amigo, un gran padre. Le agradezco por todo y lo quiero mucho. Es mi ídolo.

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